Mi corazón late
con tanta fuerza que la sangre empieza a correr debajo de mi empapada
venda de musgo. Mis pensamientos se nublan. Después de todo aún es posible
que sangre hasta morir antes de que me reanimen. En mi mente susurro
un gracias a Johanna Mason por la excelente herida que infligió, y
me desmayo.
Cuando regreso
a la semiconsciencia, puedo sentir que estoy tumbada sobre una mesa
acolchada. Está la sensación punzante de tubos en mi brazo izquierdo.
Están intentando mantenerme con vida porque, si me deslizo silenciosa
y privadamente hacia la muerte, será una victoria. Aún soy en general
incapaz de moverme, abro los párpados, levanto la cabeza.
Pero mi brazo
derecho ha recuperado algo de movilidad. Está extendido cruzándome
el abdomen, como una aleta, no, algo menos animado, como un garrote.
No tengo verdadera coordinación motora, ninguna prueba de que siquiera
tenga dedos todavía. Aún así consigo bambolear el brazo de un lado a
otro hasta que arranco los tubos. Salta un pitido pero no puedo permanecer
despierta para descubrir a quien atraerá.
La siguiente
vez que salgo a la superficie, mis manos están atadas a la mesa, los tubos
de vuelta en mi brazo. Sin embargo, puedo abrir los ojos y levantar
levemente la cabeza. Estoy en una gran habitación con techo bajo y
una luz plateada. Hay dos filas de camas una frente a la otra. Puedo oír
la respiración de lo que asumo son los demás vencedores. Directamente
frente a mí veo a Beetee con unas diez máquinas distintas enganchadas
a él. ¡Sólo dejadnos morir!
Grito en mi cabeza.
Golpeo la cabeza con fuerza hacia atrás contra la mesa y me desvanezco
de nuevo.
Cuando por fin,
de verdad, me despierto, las restricciones ya no están. Levanto la
mano y descubro que tengo dedos que nuevamente pueden moverse bajo
mis órdenes. Me siento y me aferro a la mesa acolchada hasta que la
habitación se enfoca. Mi brazo izquierdo está vendado pero los
tubos cuelgan de barras junto a mi cama.
Estoy sola salvo
por Beetee, que todavía yace frente a mí, siendo sostenido por su ejército
de máquinas. ¿Dónde están los otros, entonces? Peeta, Finnick, Enobaria
y… y… uno más, ¿verdad? O bien Johanna o Chaff o Brutus, uno de ellos aún
estaba con vida cuando empezaron las bombas. Estoy segura de que querrán
crear ejemplo con todos nosotros. Pero ¿dónde se los han llevado?
¿Se los han llevado desde el hospital a la cárcel?
Peeta… Susurro.
Deseaba tanto protegerlo. Todavía estoy resuelta a ello. Ya que he
fracasado manteniéndolo seguro con vida, debo encontrarlo, matarlo
ahora antes de que el Capitolio pueda escoger los medios agonizantes
de su muerte. Deslizo mis piernas fuera de la mesa y miro a mi alrededor
en busca de un arma. Hay varias jeringas selladas en plástico estéril
sobre una mesa cerca de la cama de Beetee. Perfecto. Todo lo que necesito
es aire y un pinchazo directo a una de sus venas.
Hago una pausa,
considerando matar a Beetee. Pero si lo hago, los monitores empezarán
a pitar y me cogerán antes de que llegue a Peeta. Hago una promesa muda
de regresar a rematarlo si puedo.
Estoy desunda
salvo por un delgado camisón, así que deslizo la jeringa bajo el vendaje
que cubre la herida de mi brazo. No hay guardias en la puerta. Sin duda
alguna estoy a kilómetros por debajo del Centro de Entrenamiento
o en alguna fortaleza del Capitolio, y la posibilidad de que escape
es inexistente. No importa. No me estoy escapando, sólo acabando una
misión.
Me deslizo
por un estrecho pasillo hasta una puerta metálica que está entreabierta.
Alguien está tras ella. Saco la jeringa y la aferro en la mano. Apretándome
contra la pared, escucho a las voces del interior.
Se han perdido
comunicaciones en el Siete, el Diez, y el Doce. Pero ahora el Once
tiene el control sobre el transporte, así que por lo menos hay esperanza
de que saquen algo de comida.
Plutarch Heavensbee,
creo. Aunque en realidad sólo he hablado con él una vez. Una voz áspera
hace una pregunta.
No, lo siento.
No hay modo de que pueda llevarte el Cuatro. Pero he dado órdenes específicas
para recuperarla si es posible. Es todo lo que puedo hacer, Finnick.
Finnick. Mi mente
lucha por captar el sentido de la conversación, del hecho de que está
teniendo lugar entre Plutarch Heavensbee y Finnick. ¿Es él tan querido
y tan cercano al Capitolio que le excusarán sus crímenes? ¿O de verdad
no tenía ni idea de lo que pretendía Beetee? Grazna algo más. Algo lleno
de desesperación.
No seas estúpido.
Eso es lo peor que podrías hacer. Hacer seguro que la mataran.
Mientras tú estés
vivo, la mantendrán a ella viva como cebo. Dice Haymitch. ¡Dice Haymitch!
Cruzo la puerta con un golpe y tropiezo al interior de la habitación.
Haymitch, Plutarch
y un Finnick en muy malas condiciones están sentados alrededor de
una mesa puesta con una comida que nadie está comiendo. La luz del
día entra por las ventanas curvas, y en la distancia veo la cúpula de
un bosque de árboles. Estamos volando. ¿Ya has dejado de dormitar,
preciosa? Dice Haymitch, el fastidio evidente en su voz.
Pero cuando
me echo hacia delante él avanza y me coge de las muñecas, manteniéndome
en pie. Mira mi mano. ¿Así que sois tú y una jeringa contra el Capitolio?
Ves, esta es la razón por la que nadie te deja a ti hacer los planes. Lo
miro sin comprender. Suéltala. Siento la presión incrementarse
en mi muñeca derecha hasta que mi mano se ve obligada a abrirse y soltar
la jeringa. Me sienta en una silla junto a Finnick.
Plutarch me pone
un cuenco de caldo delante. Un panecillo. Me coloca una cuchara en
la mano.
Come. Dice en
una voz mucho más amable de la que usó Haymitch.
Haymitch se sienta
directamente frente a mí.
Katniss, voy a
explicarte lo que ha pasado. No quiero que preguntes nada hasta que
termine. ¿Entiendes?
Asiento, atontada.
Y esto es lo que me dice.
Había un plan
para sacarnos de la arena dese el momento en que el Quell fue anunciado.
Los tributos
de los distritos 3, 4, 6, 7, 8 y 11 tenían diversos grados de conocimiento
acerca de ello. Plutarch Heavensbee ha sido, durante varios años,
parte de un grupo secreto que intentaba acabar con el Capitolio. Se
aseguró de que el cable estuviera entre las armas. Beetee era el encargado
de abrir un agujero en el campo de fuerza. El pan que recibimos en la
arena era un código para el momento del rescate. El distrito de donde
era originario el pan indicaba el día. Tres. El número de panecillos
la hora. Veinticuatro. El aerodeslizador pertenece al Distrito
13. Bonnie y Twill, las mujeres del 8 que conocí en el bosque, tenían
razón sobre su existencia y sus capacidades de defensa. Actualmente
estamos en un viaje indirecto al Distrito 13. Mientras tanto, la
mayoría de los distritos de Panem están en plena rebelión.
Haymitch se detiene
para ver si lo sigo. O tal vez ha terminado por el momento.
Es muchísimo
que absorber, este elaborado plan en el que yo era una ficha, tal y como
se suponía que debía ser una ficha en los Juegos del Hambre. Utilizada
sin mi consentimiento, sin saberlo. Por lo menos en los Juegos del Hambre
sabía que estaban jugando conmigo.
Mis supuestos
amigos han sido mucho más reservados.
No me lo dijisteis.
Mi voz es tan áspera como la de Finnick.
No se os dijo
ni a ti ni a Peeta. No podíamos arriesgarnos. Dice Plutarch. Incluso
estaba preocupado de que mencionaras mi indiscreción con el reloj
durante los Juegos. Saca su reloj de bolsillo y desliza su pulgar sobre
el cristal, encendiendo el sinsajo. Por supuesto, cuando te enseñé
esto, no hacía más que darte una pista sobre la arena. Como mentora.
Pensé que podría ser el primer paso para ganarme tu confianza. Nunca
se me pasó por la cabeza que volvieras a ser tributo.
Todavía no entiendo
por qué a Peeta y a mí no se nos informó sobre el plan. Digo.
Porque una vez
explotara el campo de fuerza, seríais los primeros a los que intentarían
capturar, y cuanto menos supiérais, mejor. Dice Haymitch. ¿Los primeros?
¿Por qué? Digo, intentando asirme al hilo de pensamiento.
Por la misma
razón por la que los demás acordamos morir para manteneros con vida.
Dice Finnick.
No, Johanna intentó
matarme. Digo.
Johanna te noqueó
para arrancarte el rastreador del brazo y para apartar a Brutus y a
Enobaria de ti. Dice Haymitch. ¿Qué? Me duele mucho la cabeza y quiero
que dejen de hablar en círculos. No sé de qué…
Teníamos que
salvarte porque tú eres el sinsajo, Katniss. Dice Plutarch. Mientras
tú vivas, la revolución vive.
El pájaro, la
insignia, la canción, las bayas, el reloj, la galleta, el vestido que
estalló en llamas. Yo soy el sinsajo. El que sobrevivió a pesar de los
planes del Capitolio. El símbolo de la rebelión.
Es lo que sospeché
en el bosque cuando encontré a Bonnie y Twill huyendo. Aunque nunca
llegué a entender la magnitud. Aunque claro, no se pretendía que lo entendiera.
Pienso en Haymitch despreciando mis planes para huir del Distrito
12, para empezar mi propio levantamiento, incluso la misma noción
de que el Distrito 13 pudiera existir. Subterfugios y engaños. Y si
él pudo hacerlo, detrás de su máscara de sarcasmo y borrachera, tan
convincentemente y durante tanto tiempo, ¿sobre qué más ha mentido?
Sé sobre qué más.
Peeta. Susurro,
mi corazón dando un vuelco.
Los otros mantuvieron
a Peeta con vida porque si él moría, sabíamos que no habría modo de mantenerte
en una alianza. Dice Haymitch. Y no podíamos arriesgarnos a dejarte
sin protección. Sus palabras son muy pragmáticas, su expresión inmutable,
pero no puede ocultar el tono grisáceo que colorea su semblante.
¿Dónde está Peeta? Siseo.
Fue capturado
por el Capitolio junto con Johanna y Enobaria. Dice Haymitch. Y por
fin tiene la decencia de bajar la mirada.
Técnicamente,
estoy desarmada. Pero nadie debería subestimar el daño que pueden
hacer las uñas, especialmente si el objetivo no está preparado. Me
lanzo sobre la mesa y rastrillo con las mías la cara de Haymitch, haciendo
que fluya la sangre y causando daño en un ojo. Después los dos nos estamos
gritando cosas terribles, terribles, y Finnick está intentando apartarme,
y sé que Haymitch apenas puede contenerse y no hacerme pedazos, pero
yo soy el sinsajo. Yo soy el sinsajo, y ya es bastante difícil mantenerme
viva tal y como están las cosas.
Otras manos
ayudan a Finnick y estoy de vuelta en mi mesa, mi cuerpo sujeto, mis
muñecas atadas, así que golpeo la cabeza, enfurecida, una y otra vez
contar la mesa. Una jeringa me pincha en el brazo y la cabeza me duele
tanto que dejo de luchar y simplemente gimo horriblemente como un
animal herido, hasta que mi voz ya no puede más.
La droga causa
sedación, no sueño, así que estoy atrapada en una miseria incómoda
y vagamente dolorosa durante lo que parece una eternidad. Reinsertan
sus tubos y me hablan en voces calmantes que nunca me llegan. Todo en
lo que puedo pensar es Peeta, yaciendo en una mesa similar en algún
sitio, mientras intentan obtener de él información que ni siquiera
tiene.
Katniss. Katniss,
lo siento. La voiz de Finnick llega desde la cama al lado de la mía y
se desliza hasta mi letargia. Tal vez porque sufrimos el mismo tipo
de dolor. Quería volver a por él y Johanna, pero no podía moverme.
No respondo.
Las buenas intenciones de Finnick Odair significan menos que nada.
Es mejor para
él que para Johanna. Averiguarán bastante pronto que él no sabe nada.
Y no lo matarán si pueden usarlo en tu contra. Dice Finnick. ¿Como cebo?
Le digo al techo. ¿Igual que usarán a Annie como cebo, Finnick?
Puedo oírlo
llorar pero no me importa. Probablemente ni se molestarán en interrogarla
a ella, tan perdida está. Perdida en la profundidad de sus Juegos de
hace años. Hay una gran probabilidad de que yo esté yendo en la misma
dirección. Tal vez ya me estoy volviendo loca y nadie tiene el valor
de decírmelo. Ya me siento lo bastante loca.
Desearía que estuviera
muerta. Dice. Desearía que todos estuvieran muertos y nosotros también.
Sería lo mejor.
Bueno, no hay
una buena respuesta para eso. Apenas puedo disputarlo ya que estaba
andando por ahí con una jeringa para matar a Peeta cuando los encontré.
¿De verdad lo quiero muerto? Lo que quiero… lo que quiero es tenerlo
de vuelta. Pero ahora nunca lo tendré de vuelta. Incluso si de algún
modo las fuerzas rebeldes se las arreglaran para acabar con el Capitolio,
puedes estar seguro de que el último acto del Presidente Snow será
rebanarle la garganta a Peeta. No. Nunca lo tendré de vuelta. Así
que muerto es lo mejor.
Pero ¿sabrá
eso Peeta, o seguirá luchando? Es tan fuerte y tan buen mentiroso.
¿Cree que tiene alguna posibilidad de sobrevivir? ¿Le importa siquiera
si es así? No estaba entre sus planes, en cualquier caso. Ya había
renunciado a la vida. Tal vez, si sabe que yo fui rescatada, incluso
está contento. Siente que tuvo éxito en su misión de mantenerme con
vida.
Creo que lo
odio todavía más que a Haymitch.
Abandono. Dejo
de hablar, de responder, rechazo la comida y el agua. Pueden bombear
lo que les apetezca en mi brazo, pero hace falta más que eso para hacer
que una persona siga adelante una vez ha perdido el deseo de vivir.
Tengo la extraña idea de que si muero, a Peeta le permitirán vivir.
No como alguien libre sino como un Avox o algo, sirviendo a los futuros
tributos del Distrito 12. Después tal vez podría encontrar la forma
de escapar. Mi muerte todavía podría, de hecho, salvarlo.
Si no puede,
no importa. Es suficiente morir de rencor. Para castigar a Haymitch,
quien, de entre todas las personas en este mundo putrefacto, nos ha
convertido a Peeta y a mí en fichas de sus Juegos. Yo confiaba en él.
Puse lo que era precioso en las manos dse Haymitch. Y me ha traicionado.
"Ves, esta
es la razón por la que nadie te deja a ti hacer los planes," dijo.
Es cierto. Nadie
con dos dedos de frente me dejaría a mí hacer los planes. Porque obviamente
no puedo distinguir a un amigo de un enemigo.
Un montón de
gente viene a hablarme, pero hago que todas sus palabras suenen como
el chasquido de los insectos en la selva. Sin significado y distantes.
Peligrosas, pero sólo si te acercas. Cuando las palabras empiezan a
distinguirse, gimo hasta que me dan más analgésico y eso arregla las
cosas.
Hasta que una
vez abro los ojos y encuentro a alguien a quien no puedo bloquear,
mirándome desde arriba. Alguien que no suplicará, ni explicará,
ni pensará que puede alterar mi diseño con ruegos, porque sólo él sabe
cómo opero.
Gale. Susurro.
Hola, Catnip.
Aparta con la mano un mechón de pelo de mis ojos. Un lado de su cara ha
sido quemado bastante recientemente. Su brazo está en un cabestrillo,
y puedo ver vendas bajo su camisa de minero. ¿Qué le ha pasado? ¿Cómo
está siquiera aquí? Algo muy malo ha pasado en casa.
No es tanto cuestión
de olvidarme de Peeta como de acordarme de los demás. Todo lo que hace
falta es una mirada a Gale y todos vuelven resurgiendo al presente,
exigiendo que les haga caso. ¿Prim? Digo con voz ahogada.
Está viva. También
tu madre. Las saqué a tiempo. ¿No están en el Distrito Doce?
Después de los
Juegos, enviaron aviones. Soltaron bombas. Vacila. Bueno, ya sabes
lo que le pasó al Quemador.
Lo sé. Lo vi arder.
El viejo almacén cubierto en polvo de carbón. Todo el distrito está
cubierto de eso. Un nuevo tipo de horror empieza a despertarse en mí
cuando me imagino bombas golpeando la Veta. ¿No están en el Distrito
Doce? Repito. Como si decirlo fuera a esquivar la realidad.
Katniss. Dice
Gale suavemente.
Reconozco esa
voz. Es la misma que utiliza para acercarse a animales heridos antes
de dar el golpe de gracia. Levanto la mano instintivamente para bloquear
sus palabras, pero él la coge y la agarra con fuerza.
No. Susurro.
Pero Gale no
es de los que me ocultan secretos.
Katniss, no hay
Distrito Doce.
Peeta fue capturado por el Capitolio y no hay Distrito Doce
ResponderEliminardos cosas que destrozaron a Katniss
Pero la saga continua? Que pasa con Peeta y con el distrito 13?
ResponderEliminarTodavía sigue eso continúa en el siguiente libro "sinsajo"
EliminarMe encanta en llamas es mi favorito de los 3
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchas Gracias por publicar el libro completo, de verdad se agradece el tiempo que te tomaste para mantenernos entretenidos un buen Rato.
ResponderEliminarMuchas gracias! El libro esta genial!!!.
ResponderEliminarGracias ya me he leido los 2 primeros libros, ahora tengo que conseguir el 3er libro "sinsajo"
ResponderEliminarMe siento terrible al pensar como se siente Katniss justo al final del libro. Muchisimas gracias por subirlo ! Estuvo genial
ResponderEliminarjojo lo lei en 2 dias ahora la mejor parte el 3er libro xD yeah!!
ResponderEliminarjojo lo lei en 2 dias ahora la mejor parte el 3er libro xD yeah!!
ResponderEliminarExcelentes libros ! . Gracias por subirlos.
ResponderEliminarEsta saga es lo mejor que me pudo pasar en la vida
ResponderEliminarLe doy Gracias al que publico estos libros
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS!!💖
Gracias por publicar los libros ❤️
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