Libros

lunes, 10 de noviembre de 2014

7 de Septiembre de 1991

Querido amigo:

No me gusta el instituto. La cafetería se llama «Centro de Nutrición», que ya es raro. Hay una chica en mi clase de Literatura Avanzada que se llama Susan. En el colegio era muy divertido estar con ella. Le gustaban las películas, y su hermano   Frank   le   grababa   unas   cintas buenísimas  de  música  que  compartía  con nosotros. Pero este verano le han quitado los braquets y está un poco más alta, más guapa, y le ha crecido el pecho. Ahora se comporta como una tonta por los pasillos, sobre todo cuando hay chicos cerca. Y me da pena, porque Susan no parece tan feliz como antes. Si te digo la verdad, no le gusta reconocer que está en la clase  de  Literatura  Avanzada,  y  tampoco saludarme por los pasillos.
Cuando Susan estuvo en la reunión de orientación sobre Michael, contó que Michael una vez le dijo que era la chica más guapa del mundo, con braquets y todo. Después, le pidió  que «diera  una  vuelta  con  él»,  lo  que  en cualquier colegio se consideraba como dar un gran paso. En el instituto lo llaman «salir con alguien». Y se besaron y hablaron de películas, y ahora lo echa terriblemente de menos porque era su mejor amigo.
Es curioso, además, porque los chicos y las chicas  normalmente  no  se  hacían  mejores amigos en mi colegio. Pero Michael y Susan sí. Un poco como yo y mi tía Helen. Perdón. «Mi tía Helen y yo». Es algo que he aprendido esta semana. Eso y a sistematizar mejor las normas de puntuación.
Estoy callado la mayoría del tiempo, y solo un chico llamado Sean pareció fijarse en mí. Me esperó a la salida de la clase de Educación Física y me dijo cosas muy inmaduras como que iba  a  darme  un «remojón»,  que  es  cuando alguien te mete la cabeza en el váter y tira de la cadena para hacer que tu pelo dé vueltas. Él también parecía bastante infeliz, y se lo dije. Entonces  se  enfadó  conmigo  y  empezó  a pegarme, y yo me limité a hacer las cosas que me había enseñado mi hermano. Mi hermano es un gran luchador.
—Ve a por las rodillas, la garganta y los ojos.
Y eso hice. Y le hice bastante daño a Sean. Y entonces se echó a llorar. Y mi hermana tuvo que salir de su clase de último curso avanzado y llevarme a casa en coche. Me hicieron ir al despacho  del  director  Small,  pero  no  me castigaron ni nada porque un chico le contó al director Small la verdad sobre la pelea.
—Sean empezó. Fue en defensa propia.
Así fue. Pero no logro comprender por qué Sean quería hacerme daño. Yo no le había hecho nada. Soy muy bajito. Es verdad. Pero supongo que Sean no sabía que podía pelear. La verdad es que podría haberle hecho mucho más daño. Y quizá debería habérselo hecho. Se me ocurrió que tal vez tendría que hacerlo, si Sean persiguiera al chico que le dijo al director Small la verdad, pero Sean nunca fue a por él. Así que todo quedó olvidado.
Algunos  chicos  me  miran  raro  por  los pasillos porque no adorno mi taquilla, y soy el que le dio la paliza a Sean y no pudo parar de llorar después de hacerlo. Supongo que soy bastante sensible.
Me  he  sentido  muy  solo  últimamente porque mi hermana está ocupada haciendo de la  mayor  de  la  familia.  Mi  hermano  está ocupado  siendo  jugador  de  fútbol  en  Penn State. Después    del    campamento    de entrenamiento, su entrenador le dijo que iba a ser suplente y que, cuando empiece a asimilar el sistema, será titular.
Mi padre confía de verdad en que llegue al fútbol profesional y juegue con los Steelers. Mi madre  simplemente  se  alegra  de  que  vaya gratis a la universidad, porque mi hermana no juega al fútbol y no hubiera habido dinero suficiente para enviarlos a los dos. Por eso quiere que yo siga esforzándome mucho, para conseguir una beca.
Así que en eso estoy, hasta que haga algún amigo por aquí. Esperaba que el chico que dijo la verdad pudiera hacerse amigo mío, pero creo que solo lo hizo porque era lo correcto.

Con mucho cariño,
Charlie.

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