lunes, 10 de noviembre de 2014

16 de Septiembre de 1991

Querido amigo:

He   terminado Matar  un  ruiseñor.  Se  ha convertido en mi libro favorito del mundo, pero por otro lado, siempre pienso eso hasta que leo el siguiente libro. Mi profesor de Literatura Avanzada me ha pedido que lo llame «Bill» cuando no estemos en clase, y me ha dado otro libro  para  leer.  Dice  que  tengo  una  gran habilidad para leer e interpretar el lenguaje, y ha  querido  que  haga  una  redacción  sobre Matar un ruiseñor.
Se lo he mencionado a mi madre y me ha preguntado por qué Bill no había recomendado que pasara mejor a la clase de Literatura de Segundo o de Tercero. Y le conté que Bill dijo que esas eran básicamente las mismas clases aunque  con  libros  más  complicados  y  que aquello no me ayudaría a mejorar. Mi madre dijo que no estaba muy segura de eso, y que ya hablaría  con  él  en  la  jornada  de  puertas abiertas. Después, me pidió que la ayudara a fregar los platos, cosa que hice.
Francamente,  no  me  gusta  fregar  los platos. Me gusta comer con los dedos y sobre servilletas, pero mi hermana dice que es malo para el medio ambiente. Es miembro del club del Día de la Tierra en el instituto, y ahí es donde conoce a los chicos. Todos la tratan muy bien, y no me lo acabo de explicar, salvo quizá por lo guapa que es. Ella se porta muy mal con ellos.
Hay un chico que lo tiene particularmente difícil. No te diré su nombre. Pero te lo contaré todo sobre él. Tiene el pelo castaño muy bonito, y lo lleva largo, recogido con una coleta. Creo que se arrepentirá en el futuro cuando eche la vista atrás. Siempre está grabándole cintas de varios a mi hermana de temas muy específicos. Una  se  llamaba «Hojas  de  Otoño».  Incluyó muchas  canciones  de  The  Smiths.  Incluso coloreó a mano la carátula. Después de que terminara la película que había alquilado y de que él se marchara, mi hermana me dio la cinta:
—¿Quieres esto, Charlie?
Tomé la cinta, pero me sentí raro porque él la había hecho para ella. Aunque la escuché. Y me gustó muchísimo. Hay una canción llamada Asleep que me gustaría que escucharas. Le hablé a mi hermana de ella. Y una semana después me dio las gracias porque cuando este chico   le   preguntó   por   la   cinta,   le   dijo exactamente lo que yo había dicho sobre la canción Asleep,  y  a  este  chico  le  emocionó mucho  cuánto  había  significado  para  ella. Espero que esto quiera decir que se me dará bien ligar cuando llegue el momento.
Pero debería ceñirme al tema. Eso es lo que mi  profesor  Bill  me  dice  que  haga,  porque escribo más o menos como hablo. Creo que por eso  quiere  que  escriba  esa  redacción  sobre Matar un ruiseñor.
El  chico  al  que  le  gusta  mi  hermana siempre es respetuoso con mis padres. Por eso a mi madre le cae muy bien. Mi padre piensa que es un blando. Creo que esa es la causa de que mi hermana haga lo que hace con él.
Una noche le estuvo diciendo cosas muy crueles sobre que él nunca se había enfrentado al matón de la clase cuando tenía quince años, o algo parecido. Para serte sincero, yo estaba viendo la película que él había alquilado, así que no le estaba prestando mucha atención a su pelea. Se pelean todo el rato, por lo que supuse que al menos la película sería diferente, aunque no lo fue porque era una segunda parte.
En  todo  caso,  después  de  que  ella  se metiera con él durante más o menos cuatro escenas de la película, que creo que fueron diez minutos o así, él se echó a llorar. A llorar a mares. Entonces volví la cabeza y mi hermana me señaló.
—Para que veas, hasta Charlie le plantó cara al matón de su clase. Ya ves.
Y el chico se puso coloradísimo. Y me miró. Después, la miró a ella. Y levantó la mano y le cruzó la cara con una buena bofetada. Buena de verdad. Me quedé helado, porque no podía creer lo que había hecho. No era propio de él pegar a nadie. Era el chico que grababa cintas temáticas de varios, con las carátulas pintadas a mano, hasta que pegó a mi hermana y paró de llorar.
Lo más raro es que mi hermana no hizo nada. Solo se quedó mirándolo en completo silencio. Fue extrañísimo. Mi hermana se pone como loca si te comes un tipo de atún que no debes, pero aquí estaba este chico pegándole, y ella no dijo ni mu. Solo se volvió más dulce y amable. Y me pidió que me fuera, cosa que hice. Después  de  que  el  chico  se  marchara,  mi hermana me dijo que estaban «saliendo», y que no le contara a mamá ni a papá lo que había pasado.
Supongo que él se había enfrentado a su matón. Y supongo que tiene lógica. Ese fin de semana, mi hermana pasó un montón de tiempo con este chico. Y se rieron mucho más de lo que normalmente hacen. El viernes por la noche, estuve leyendo mi nuevo libro, pero como estaba mentalmente cansado, decidí ver un poco la tele. Y abrí la puerta del sótano y mi hermana y este chico estaban desnudos. Él estaba encima de ella, y ella tenía las piernas extendidas a ambos lados del sofá. Y me gritó en un susurro:
—¡Sal de aquí, pervertido!
Así que me fui. Al día siguiente, todos vimos en la tele a mi hermano jugar al fútbol. Y mi hermana invitó a este chico a casa. No sé a ciencia cierta cuándo se había marchado la noche  anterior.  Estuvieron  agarrados  de  la mano y se comportaron como si todo fuera alegre. Y el chico dijo que el equipo de fútbol del instituto no era el mismo desde que mi hermano se graduó, o algo así, y mi padre se lo agradeció. Y cuando el chico se fue, mi padre dijo que se estaba convirtiendo en un joven excelente que sabía cómo comportarse. Y mi madre se quedó callada.   Y   mi   hermana   me   miró   para asegurarse de que yo no abriría la boca. Y así fue.
—Sí. Lo es —fue lo único que pudo decir mi hermana.
Y  yo  imaginé  a  este  chico  en  su  casa haciendo  los  deberes  y  pensando  en  mi hermana desnuda. Y los imaginé de la mano en partidos  de  fútbol  a  los  que  no  prestarían atención. E imaginé a este chico vomitando en los arbustos de una fiesta en la casa de alguien. E imaginé a mi hermana aguantándolo.
Y me sentí muy mal por los dos.

Con mucho cariño,
Charlie.

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