sábado, 21 de marzo de 2015

17 de Mayo de 1992

Querido amigo:

Parece que cada mañana desde aquella noche
me levanto embotado, y me duele la cabeza, y
no puedo respirar. Patrick y yo hemos estado
pasando mucho tiempo juntos. Bebemos un
montón. Bueno, más bien Patrick bebe y yo doy
sorbitos.
Es duro ver a un amigo pasándolo tan mal.
Y más si no puedes hacer nada aparte de «estar
ahí». Quiero hacer que deje de sufrir, pero no
puedo. Así que no me queda otra que
acompañarlo cuando quiere enseñarme su
mundo.
Una noche Patrick me llevó a un parque
donde los hombres tienen encuentros con otros
hombres. Patrick me dijo que, si no quería que
me molestaran, lo mejor era que no mirase a
nadie a los ojos. Dijo que mediante el contacto
visual es como se acuerda ligar anónimamente.
Nadie habla. Solo buscan sitios adonde ir. Al
cabo de un rato, Patrick vio a alguien que le
gustaba. Me preguntó si necesitaba cigarrillos,
y cuando dije que no, me dio una palmadita en
el hombro y se alejó con este chico.
Yo me quedé sentado en un banco, mirando
a mi alrededor. No veía más que sombras de
personas. Algunas en el suelo. Algunas junto a
un árbol. Algunas solo caminando. Todo estaba
muy silencioso. Después de unos minutos,
encendí un cigarro y oí un susurro.
—¿Tienes un cigarrillo de sobra? —
preguntó la voz.
Me volví y vi a un hombre oculto por la
sombra.
—Claro —dije.
Estiré el brazo para pasarle al hombre un
cigarrillo. Lo tomó.
—¿Tienes fuego? —dijo.
—Claro —contesté, y encendí una cerilla
para él.
En vez de inclinarse a encender el
cigarrillo, se acercó para cubrir la cerilla con
nuestras manos, algo que todos hacemos
cuando hace viento. Pero no hacía viento. Creo
que solo quería tocar mis manos porque,
mientras encendía el cigarrillo, lo hizo durante
mucho más tiempo del necesario. A lo mejor
quería que viera su cara bajo el resplandor de
la cerilla. Para que viera lo guapo que era. No
lo sé. Me resultó familiar. Pero no podía
averiguar de qué lo conocía.
Apagó la cerilla de un soplido.
—Gracias —y exhaló el humo.
—De nada —dije.
—¿Te importa si me siento? —preguntó.
—La verdad es que no.
Se sentó. Y dijo algunas cosas. Y fue su
voz. Reconocí su voz. Así que encendí otro
cigarrillo y volví a mirar su cara, e hice
memoria, y entonces fue cuando lo averigüé.
¡Era el tío que presenta los deportes en las
noticias de la televisión!
—Bonita noche —dijo.
¡No podía creerlo! Supongo que logré
asentir con la cabeza, porque siguió hablando.
¡De deportes! Estuvo hablando de lo malo que
era tener el bateador designado en béisbol y de
por qué el baloncesto era un éxito comercial y
de qué equipos parecían prometedores dentro
del fútbol universitario. ¡Hasta mencionó el
nombre de mi hermano! ¡Lo juro!
Lo único que dije yo fue:
—Y... ¿cómo es salir en la televisión?
Debió de ser la frase equivocada porque de
pronto se levantó y se fue. Fue una pena,
porque quería preguntarle si creía que mi
hermano iba a llegar al fútbol profesional.
Otra noche, Patrick me llevó a un sitio
donde venden poppers, que es una droga que se
inhala. Se les habían acabado los poppers, pero
el tipo detrás del mostrador dijo que tenían algo
que era igual de bueno. Así que Patrick lo
compró. Estaba en una lata de aerosol. Ambos
lo aspiramos una vez, y juro que los dos
pensamos que íbamos a morir de un ataque al
corazón.
En general, creo que Patrick me ha llevado
a casi todos los sitios que no habría conocido de
otra manera. Un karaoke de una de las calles
principales del centro. Una discoteca. El cuarto
de baño de un gimnasio. Todos esos sitios. A
veces, Patrick ligaba con chicos. A veces no. Dijo
que era muy difícil hacerlo con seguridad. Y
que nunca se sabe.
Las noches en las que ligaba con alguien
siempre lo entristecían. Es duro, además,
porque Patrick empezaba cada noche muy
animado. Siempre decía que se sentía libre. Y
que esa noche estaba predestinada. Y cosas así.
Pero al final de la noche, se ponía triste. A veces
hablaba sobre Brad. A veces no. Después de un
rato, todo perdía interés para él, y se le
acababan las cosas que lo mantenían atontado.
Bueno, pues esta noche me ha dejado en
casa. Ha sido la noche en la que hemos vuelto
al parque donde hay encuentros entre hombres.
Y la noche en la que ha visto a Brad allí con un
tío. Brad estaba demasiado metido en lo que
estaba haciendo como para fijarse en nosotros.
Patrick no ha dicho nada. No ha hecho nada.
Solo ha vuelto caminando al coche. Y hemos
regresado en silencio. Por el camino, lanzó la
botella de vino por la ventana. Y cayó al suelo
estrepitosamente. Y esta vez no ha intentado
besarme como todas las noches. Solo me ha
dado las gracias por ser su amigo. Y se ha
alejado conduciendo.

Con mucho cariño,
Charlie.

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