jueves, 19 de marzo de 2015

28 de Marzo de 1992

Querido amigo:

Por fin está empezando a hacer un poco de
calor, y la gente es más agradable por los
pasillos. No necesariamente conmigo, sino en
general. Escribí una redacción sobre Walden
para Bill, pero esta vez la hice de otra forma. No
hice una reseña sobre el libro. Escribí una
redacción fingiendo que había estado viviendo
solo junto a un lago durante dos años. Pretendí
que vivía gracias a la tierra y que tenía
revelaciones. Si te digo la verdad, no me
disgustaría la idea de hacer eso ahora.
Desde aquella noche con Mary Elizabeth,
todo ha cambiado. Empezando por aquel lunes
en el instituto en el que Sam y Patrick me
miraron con una enorme sonrisa. Mary
Elizabeth les había contado la noche que
pasamos juntos, cosa que yo no quería que
hiciera para nada, pero a Sam y Patrick les
pareció fantástico y se alegraron mucho por
nosotros dos. Sam no paraba de decir:
—No puedo creer que no se me haya
ocurrido antes. ¡Hacéis una pareja genial!
Creo que Mary Elizabeth piensa lo mismo,
porque se ha estado comportando de forma
totalmente distinta. Es agradable todo el
tiempo, pero hay algo que no cuadra. No sé
cómo describirlo. Es como cuando estamos
fumando un cigarrillo fuera con Sam y Patrick
al final del día, y todos estamos charlando sobre
algo hasta que es la hora de irnos a casa.
Entonces, cuando llego a casa, Mary Elizabeth
me llama inmediatamente y me pregunta:
«¿Qué tal?». Y no sé qué decir porque la única
novedad en mi vida es mi paseo de vuelta a
casa, que no es mucho. Pero le describo el paseo
de todas formas. Y entonces empieza a hablar, y
no para durante un rato largo. Ha estado
haciendo esto toda la semana. Eso y
quitándome pelusillas de la ropa.
En cierto momento, hace dos días, estuvo
hablando de libros, incluyendo unos cuantos
que yo había leído. Y cuando le dije que los
había leído, me hizo preguntas muy largas que
en realidad eran solo sus ideas con una
interrogación al final. Lo único que me dejaba
decir era «sí» o «no». Sinceramente, no había
espacio para decir nada más. Después de eso,
empezó a hablar sobre sus planes para la
universidad, que yo ya conocía, así que dejé el
teléfono, fui al baño y cuando volví, todavía
seguía hablando. Sé que no estuvo bien, pero
me pareció que si no me tomaba una pausa,
haría algo todavía peor. Como gritar o colgar el
teléfono.
Tampoco ha parado de hablar del disco de
Billie Holiday que me compró. Y dice que quiere
descubrirme un montón de cosas geniales. Y si
te soy sincero, no quiero que me descubra un
montón de cosas geniales si significa que tendré
que oír a Mary Elizabeth hablando todo el rato
de las cosas geniales que me ha descubierto.
Casi parece que de las tres cosas implicadas:
Mary Elizabeth, yo y las cosas geniales, a Mary
Elizabeth solo le importa la primera. No lo
comprendo. Yo le regalaría a alguien un disco
para que disfrutara de él, no para que siempre
tuviera en cuenta que fui yo quien se lo regaló.
Además, estuvo lo de la cena. Cuando
acabaron las vacaciones, mi madre me preguntó
si me gustaría que Sam y Patrick vinieran a
cenar como me prometió después de contarle
que habían dicho que tenía mucho gusto con la
ropa. ¡Me hacía mucha ilusión! Se lo dije a
Patrick y Sam, e hicimos planes para un
domingo por la noche, y más o menos dos horas
después, Mary Elizabeth se acercó a mí en el
pasillo y dijo:
—¿El domingo a qué hora?
No sabía qué hacer. Era solo para Sam y
Patrick. Esa era la idea desde el principio. Y no
había invitado a Mary Elizabeth. Supongo que
sé por qué dio por sentado que estaba invitada,
pero ni siquiera esperó a comprobarlo. Ni lanzó
una indirecta. Ni nada.
Así que, durante la cena, la cena en la que
quería que mis padres vieran lo simpáticos y
geniales que eran Sam y Patrick, Mary
Elizabeth habló todo el rato. No fue solamente
culpa suya. Mis padres le hicieron más
preguntas que a Sam o a Patrick. Supongo que
porque estoy saliendo con Mary Elizabeth y eso
les interesaba más que mis amigos. Supongo
que es lógico. Pero aun así. Es como si no
hubieran conocido a Sam y Patrick. Y esa era la
intención. Para cuando terminó la cena y todos
se fueron, lo único que dijo mi madre fue que
Mary Elizabeth era una chica lista, y lo único
que dijo mi padre fue que mi «novia» era guapa.
No dijeron nada de Sam ni de Patrick. Y lo
único que yo pretendía de toda aquella noche
era que conocieran a mis amigos. Era muy
importante para mí.
El tema sexual también es raro. Es como si
después de aquella primera noche tuviéramos
un patrón según el cual hacemos básicamente
lo que hicimos aquella primera vez, pero sin
chimenea ni disco de Billie Holiday porque
estamos en un coche y todo es muy precipitado.
Quizá es así como se supone que son las cosas,
pero no me convence.
Mi hermana ha estado leyendo muchos
libros de mujeres desde que le dijo a su ex novio
que el embarazo había sido una falsa alarma y
él quiso volver con ella y ella le dijo que no.
Así que le pregunté por Mary Elizabeth
(quitando la parte sexual) porque sabía que
podía ser imparcial sobre el tema, especialmente
al haberse «escaqueado» de la cena. Mi
hermana dijo que Mary Elizabeth sufre de baja
autoestima, pero repuse que había dicho lo
mismo de Sam en noviembre cuando empezó a
salir con Craig, y Sam es completamente
distinta. No puede ser todo baja autoestima,
¿no?
Mi hermana intentó explicarlo. Dijo que
enseñándome todas esas cosas geniales, Mary
Elizabeth consigue una posición de superioridad
que no necesitaría si tuviera confianza en sí
misma. También dijo que las personas que
intentan controlar todo el tiempo la situación
tienen miedo de que, si no lo hacen, nada saldrá
como ellos quieren.
No sé si tendrá o no razón, pero me
entristeció. No por Mary Elizabeth. O por mí.
Sino en general. Porque empecé a pensar que
no tenía ni idea de quién era Mary Elizabeth.
No digo que me haya estado mintiendo, pero
antes de conocerla se comportaba de un modo
muy distinto, y si realmente no es como era al
principio, me hubiera gustado que me lo dijera.
Pero quizá sí sea como era al principio, y yo
simplemente no me he dado cuenta. No quiero
ser otra cosa más bajo el control de Mary
Elizabeth.
Le pregunté a mi hermana qué debería
hacer, y me dijo que lo mejor sería ser sincero
sobre mis sentimientos. Mi psiquiatra dijo lo
mismo. Y entonces sí que me entristecí de
verdad, porque pensé que quizá yo también era
distinto de cómo me había visto al principio
Mary Elizabeth. Y quizá estuviera mintiendo al
no contarle lo difícil que me resultaba
escucharla todo el tiempo sin poder intervenir.
Pero solo intentaba ser amable siguiendo las
instrucciones de Sam. No sé dónde me
equivoqué.
Intenté llamar a mi hermano para hablar
del tema, pero su compañero de habitación dijo
que estaba muy ocupado con las clases, así que
decidí no dejar un mensaje porque no quería
distraerle. Lo único que hice fue enviarle mi
redacción sobre Walden para que pudiera
enseñársela a su novia. Así, tal vez si tenían
tiempo, podían leerla y podríamos hablar de
ella, y tendría la oportunidad de preguntarles a
ambos qué hacer con Mary Elizabeth ya que
ellos tenían una relación de las buenas y
sabrían cómo hacer que las cosas funcionasen.
Incluso si no llegábamos a hablar del tema, me
encantaría conocer a su novia. Aunque fuera
por teléfono. Conseguí verla una vez en un
vídeo de uno de los partidos de mi hermano,
pero no es lo mismo. Aunque era muy guapa.
Pero no de forma poco convencional. No sé por
qué estoy diciendo todo esto. En realidad, me
gustaría que Mary Elizabeth me preguntara
alguna cosa aparte de: «¿Qué tal?».

Con mucho cariño,
Charlie.

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